EN PARTIDA DOBLE
Alejandro Mares Berrones
Desde la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, el mundo se ha visto convulsionado, en ocasiones con tonos de guerra y en otras con aparentes señales de paz.
En Medio Oriente, algunos lo han llegado a idolatrar como promotor de la paz, por haber logrado el cese al fuego entre Israel y Palestina, así como por intervenir en la pacificación del conflicto entre Rusia y Ucrania.
Estos gestos colocaron a Trump en la antesala del Premio Nobel de la Paz, pero su aspiración se vino abajo. Mientras fingía promover la paz, mantenía conflictos abiertos con otros países, como la dictadura venezolana encabezada por Nicolás Maduro, contra la que ha desplegado acciones militares en las costas del Caribe bajo el argumento del combate al narcotráfico.
Desde su llegada al poder, Trump impuso aranceles a naciones como China y México, además de endurecer sus políticas migratorias. Estas medidas provocaron protestas internas en su propio país, por la forma inhumana en que los agentes del ICE tratan a los migrantes irregulares.
Siete millones de ciudadanos estadounidenses marcharon por las calles de las principales ciudades del país bajo el lema: “Estados Unidos pertenece a su gente, no a los reyes, ¡No Kings!”, acusando a Trump de estar desmantelando la democracia.
El Nobel de la Paz terminó siendo otorgado a la opositora venezolana María Corina Machado Parisca, reconocida por su lucha por los derechos democráticos del pueblo de Venezuela. Según el Comité Noruego, su valentía y resistencia la hicieron merecedora del galardón, aunque actualmente vive en la clandestinidad.
Mientras tanto, en Israel, Trump es comparado con Ciro, el rey persa, quien según la Biblia permitió el regreso de los judíos a Jerusalén tras el exilio en Babilonia. En 2017, una organización israelí mandó acuñar una moneda en su honor para conmemorar el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel.
La llamada “Moneda del Templo”, aunque sin valor legal, se vendió como símbolo de gratitud hacia Trump, y en ella aparece junto al rey Ciro. Lleva inscrita una frase del Libro de Esdras (1:2): “Así ha dicho Ciro rey de Persia: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en Judá.”
Ya que cerramos con una cita bíblica, queda abierta la reflexión: si Trump fuera uno de los jinetes del Apocalipsis, ¿cuál caballo monta? ¿El blanco, el rojo, el negro o el bayo?






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