La Comuna


José Ángel Solorio Martínez

Tamaulipas está construyendo un futuro inmediato socioeconómico muy promisorio, semejante al glorioso pasado que vivió la frontera en los años 60 con el auge del algodón, o en los años 70, con la siembra y cosecha de sorgo y maíz. Esos tiempos dorados de la región podrían regresar.

Ya nos toca salir del atolladero en el que nos metieron esas tres décadas de neoliberalismo.

Con inversiones de los gobiernos federal y estatal, en los próximos meses se echará a andar plenamente el Puerto Matamoros, ubicado en el municipio del mismo nombre.

El gobierno federal ya se adelantó, invirtiendo 12 mil millones de pesos; sin embargo, el tutelaje financiero y operativo será del gobierno estatal. Ese fue el acuerdo entre el entonces presidente, Andrés Manuel López Obrador, y el gobernador Américo Villarreal Anaya.

Este tipo de obras, por lo regular, son detonantes de otros proyectos de desarrollo y de expansión de la mano de obra necesaria para su realización. Es decir: habrá trabajo en la región.

Como tareas iniciales del puerto, están llegando desde Guatemala buques destinados a movilizar coches construidos en Nuevo León.

En parte, el luminoso porvenir del Puerto Matamoros es producto de la incapacidad operativa del puerto de Brownsville, Texas, que actualmente está saturado. Según expertos en el tema, dicho centro de intercambio ya resulta insuficiente para agilizar la movilidad de mercancías.

También alimenta la confianza en este nuevo núcleo comercial internacional la cercanía fraternal de México con diversos países de Europa y América. La política arancelaria del expresidente Donald Trump ha ampliado las expectativas para los productos hechos en México; al mismo tiempo, está facilitando su conversión en mercado alternativo para aquellos bienes vetados por Estados Unidos.

El Puerto Matamoros obliga a crear condiciones materiales que garanticen un entorno eficiente para sus operaciones. Una de ellas es la paz regional, indispensable para asegurar el transporte de bienes y mercancías que llegarán al puerto. Otra prioridad es mejorar las vías de comunicación y acceso.

Nuevo Laredo y Matamoros son los únicos puertos fronterizos con cruces ferroviarios para importación y exportación de productos. En parte, esas mercancías abastecerán al puerto para su distribución hacia otros países del mundo.

Ese cambio ya parece haber iniciado: se construirán 10 estaciones de vigilancia a cargo de la Guardia Estatal sobre la tenebrosa carretera ribereña. Estas estaciones estarán equipadas con tecnología moderna y material de comunicación avanzado. A cada una se asignarán 60 elementos de la GE.

Así se pondría fin a más de 20 años de control total del crimen organizado sobre esa, por ahora, intransitable vía.

Este proyecto en marcha cambiará el paisaje socioeconómico de la frontera tamaulipeca, para bien.

Eso pasa cuando las políticas de bienestar se enfocan en las mayorías.

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